jueves, 19 de noviembre de 2020

Doble izquierdo..

 Vamos a jugar a un juego: yo voy a hacer mi vida. Iré a boxeo (por fin), trabajaré mucho y seguiré ascendiendo, encontraré una librería de cabecera en P., iré a la biblioteca y a la Filmoteca, pasearé tranquila y me gastaré una pasta gansa en Mango. Beberé cerveza con amigos, haré pizza en casa, colorearé el póster gigante de Madrid que colgaré en algún sitio de casa. 

Haré todo eso como si no te buscara con el rabillo del ojo. Como si no pensara en cuándo llegas. Haré mi vida y seré feliz y tal vez un día lo sea tanto que de verdad, como dice Silvio, ya no te espere. 

Y cuando me encuentres, justo entonces, verás todo lo que soy y todo lo que he hecho (y qué piernas duras voy a tener...) y querrás quedarte un rato. Sin pensartelo mucho, porque tú también habrás estado haciendo tus cosas y sabrás bien distinguirme entre un millón. Y todo el tiempo de antes tendrá sentido.  Y tal vez me decida a tener críos y tal vez mandemos a la mierda está ciudad y nos vayamos al mar. Tal vez. 

Pero mientras, voy a hacerme yo. Como llevo haciendo un rato, pero ahora mejor. 

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Encontré tu mensaje en el foro sabiendo que en ese hilo ibas a estar. Efectivamente, no tardé mucho en toparme contigo. Y había olvidado aquel libro, y aquella firma y aquel regalo de tu 31 cumpleaños. Recuerdo cuándo te lo di. Recuerdo tu cara. Recuerdo verte llorar. 

No viste las horas de cola, ni mis apuntes en el bolso, ni el madrugón de aquel día ni las semanas buscando dónde y cuándo sería la última firma y que F. no muriera justo en ese momento en el que yo decidí que iba a ser tu regalo. De hecho lo vi tan claro que empecé a pensar planes b por si todo salía mal y no conseguía firmarlo por la vida tradicional. Pero no hizo falta: ni él se murió y solo me hicieron falta dos intentos para conseguirlo.  

Recuerdo mentirte hablando contigo para que no supieras dónde estaba. Recuerdo comer con Tripi aquel día y a él dejarme a las 3 horas de cola diciendo "hay que ver lo que se hace por amor". Recuerdo mi ilusión por dártelo y lo poco que se me hacía a la vez aquello. 

No lo recordé hasta hoy, que me vino todo de golpe en la mesa de un despacho al que no hubiera podido volar sin ti y, paradójicamente, sin tu ausencia. Como dije, todas las maletas y las sábanas, y las preguntas (cada vez más), fueron por ti. 

Y en el fondo quiero escribirlo, pero también me hace daño porque empiezo a sospechar que intente meter tu fantasma debajo de una alfombra y de vez en cuando viene a visitarme, pero intento no dejarle hueco, porque veo que tú tampoco me lo dejas a mí. Y tal vez sea mejor verlo. 

Pero qué difícil, eh. Qué difícil. 

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Y dicho esto, me voy a celebrar a mí, antes de boxeo, con mis langostinos y mi vino blanco y mi salmón y mi aguacate. Y esta casa preciosa y este confinamiento por dentro y por fuera, pero que será útil y será bueno.

Será útil y será bueno. 

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