sábado, 20 de abril de 2013

Broder.

Él llegó a mi vida por mi hermana (esas hermanas que la vida te coloca, ya creciditas, ahorrándote el rollo de compartir juguetes o incluso habitación, pero que, en la práctica, los lazos que te unen con ellas son más fuertes que con miembros de tu propia familia).
Como digo, mi hermana se enamoró perdidamente de él, en cuestión de horas. Yo, escéptica con sus gustos pensé por las descripciones que pintaba demasiado bien para ser real.

Y una verbena, un verano eterno y fugaz, caluroso, se plantó en mi vida un chico de pelo de pincho y ojos azules, de abrazo fácil y risa contagiosa, rondando la treintena y con la misma mirada de un crío.
Recuerdo que delante de él le dije a mi amiga/hermana "Cásate con él. Es él" en un garaje de Lavapiés. Luego nos vimos en mi radio con sus amigos (que también son de esos que te conocen y te adoptan...o adoptas...pero que queires llevarte a casa), y en unas fiestas de no sé qué, y la prueba de fuego: la espera a la salida del MIR de mi hermana.
Yo estaba emocionada pero él...él estaba más. Todos mis planes le parecían bien (no sé quién iba más feliz viéndome con los globos de helio que no sé porqué, pero sabía q a mi hermana le encantarían), hablamos durante horas de todo y confirmé que la devoción era mutua.

Me alegra infinito que se haya encontrado con una de las personas más perfectas que conozco, porque creo que nadie puede ser mejor que él, porque él es (casi) igual de perfecto que ella.

Y digo esto porque me llamó hace un rato porque mi sister le había dicho que me notaba triste. Y solo me llamó para hacerme reír a carcajadas y decirme que quería darme un abrazo.
Y me deshice.

Y cuando los veo me digo a mi misma que el amor, el Amor, con A mayúscula, el de los cuentos y el de verdad. El de "me pones enfermo y te quiero a la vez". El de las cajas de mudanzas. El de los niños de ojos azules, con nombres de abuelos, existe.

Y vuelvo a recuperar la fe.

Descongelar



Uno de mis libros favoritos se titula "La reina de las nieves". Bueno, en realidad son dos: el cuento, y la novela, de Carmen Martín Gaite.

A veces yo también creo que necesito que alguien me saque la espina del corazón.

Aunque de momento, y a la espera de llenarme de fuerza para saltar, me deshago, gota a gota.

El deshielo.




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Miras el abismo, igual q los poetas romanticos buscaban la gloria dentro de lo obscuro de un cañon de una pistola, Siempre sabes el momento de cerrar los ojos y alejarte. Para evitar la tentación. De dejarte vencer por el peso. 
Al fin y al cabo..., piensas. Piensas. 



lunes, 15 de abril de 2013

No fuiste nada. Aún menos eres hoy.
Pero a veces veo tu nombre y toda aquella tormenta que me cayó encima en agosto vuelve a mojarme entera, de pronto. Y me cabreo, porque no entiendo el nubarrón que trae tu recuerdo.

Y luego escampa, y sale el sol. Y se secan los charcos que me deja tu recuerdo.