sábado, 15 de octubre de 2011

Ay, Salinas....

La verdad es que no tengo nada que contar, pero es que esto empezaba a estar abandonado. Debería reunir tiempo y poner esto bonito (mis blogs favoritos, un par de entradas interesantes tal vez...) pero, digamos que estoy vaga. Como cuando estas en el mar, haciendo el muerto con los ojos cerrados y las olas te mecen. (Qué cursi)

El otro día vi el trailer de una película que decía que todo el mundo está perdido a los 25 (Dios, 25... este cumpleaños tengo que hacer algo más interesante que terminar la fiesta enrollada en un manta...). Era una de estas películas que son rositas, y moñas, de chico conoce a chica, chica se enamora de chico y chico es un cabrón (no, no creo que pase a los anales del cine). Odio ese tipo de películas con argumentos manidos y que te hacen salir del cine pensando en principes azules y finales felices. Pero me hizo gracia la frase ( y sí, el protagonista me gusta..). Tal vez sea verdad. Tal vez todo el mundo esté igual.

Y hablando del mundo, esta tarde manifa. Y, por seguir con el mundo, planes planetarios con El Chico Fabuloso: estreno mundial del nuevo disco de Coldplay. En el último concierto me pase taaaaaaaanto tiempo haciendo fotos que me centré más en guardar los recuerdos que en vivir el momento (esto también es cursi). Una nueva oportunidad valorada en 50 euros para tocar mariposas con los dedos.

Coldplay es uno de esos grupos que cuando los escuchas te llevan a otro sitio y te dan ganas de salir a la calle a correr (a mi!! a correr!!) como en un videoclip o en una road movie. "Música catedralicia" he leído por ahí que lo llaman, algo así como que los que vamos a este tipo de conciertos (sumen a U2, es inevitable que en un artículo de Coldplay no aparezcan mis irlandeses preferidos) vamos a una misa. Pues creo que si alguna vez he sentido algo como lo que decían mis detestadas monjitas del cole de "tener el cuerpo rebosante de espíritu" (si ustedes quieren tener un hijo ateo o agnóstico, llévenlo a un colegio de monjas) ha sido en estos conciertos. O incluso en casa, o en el bus con los cascos a tope, escuchando alguna canción de estas, con el sol en la cara, pensando que, puede que sea verdad que todo el mundo esté perdido a los 25 pero que la vida, Salinas, puede ser maravillosa.

Vaya, para no tener nada que contar, me he enrollado demasiado. Prometo volver y contar algo interesante, pero la intimidad en la novena planta de la Santa Casa dificulta mucho la introspección...

Hands in the air, please...



Light a fire, light a spark,
Light a fire, a flame in my heart.
We'll run wild,
We'll be glow-in-the-dark.