lunes, 18 de noviembre de 2019

Quieres exactamente aquello que no tienes.
Por primera vez en mi vida tengo a dos chicos claramente detrás de mí. Cada uno distinto y parecido en ciertos aspectos. Con los dos he dormido en la misma cama. Los dos me han medido a bocados de la cabeza a los pies, literalmente. Los dos son buenas personas, más mayores. Mucho más altos que yo. Los dos me cuidan. Los dos me miman y me consienten. Pero.
Pero justo hay uno que no es mas mayor, ni (mucho) más alto. Justo el más complicado, justo el que más me gusta, justo al que menos veo. Justo él. Al que no me quito de la cabeza es a él. Al que no sé muy bien cómo tratar. Al que quiero tener más cerca. Al que me dejó fulminada en una librería, comprando libros por alargar, diez segundos más la posibilidad de hablar con él. Justo él.
Justo él, que escribe, que canta las mismas canciones que yo.Justo él, que se ríe de mis mismos chistes. Justo él, que es al que siento más lejano.

Quiero exactamente aquella sonrisa en la barra del bar. Aquellos dedos rozando mi brazo. Sus ojos posados en el fin de mi espalda. Las manchitas de sus dientes. Los ojos negros. Las ganas que tenía de acercar los dedos (diez centímetros, cinco, veinte milimetros, cero) y retirar aquellos pelos desordenados de su ceja, La forma de reírte, achinando los ojos, detrás de tus gafas, con tus dedos largos tapando tu boca.
La manera en la que me mirabas, de pie, al despedirte, alargando el roce de los dedos.
Quiero verte ya. Ya.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Las letras de tu nombre.

No dejo de acordarme de cuando, hace dos meses o 3, en plena borrachera, llamé a otro chico por otro nombre. Qué casualidad que, sin saberlo, sin conocerte, ya te estaba llamando. No conocía a nadie con tu nombre y de todos los nombres del mundo, tuvo que ser el tuyo.
Me alisé el pelo, me pinté los labios de rojo y dije a los niños que estaba un poco nerviosa. Luego, cuando enfilé la calle hacia arriba (qué casualidad, que de todos los bares, eligieras el de mi calle) lo asumí del todo: iba hecha un flan.
Llegué y no estabas, y encima la cafetería estaba llena. Elegí sitio (¿al lado de los baños? ¿Al lado del ventanal?) y opté por la luz.
Cogí una revista por no verte llegar y no ponerme más nerviosa. Justo me giré y entraste, quitandote la bufanda. Te reconocí de inmediato. Te saludé y te miré, por fin, respirando. Eras tan guapo como te recordaba.
Me acerqué a la barra a pedir y justo ahí, justo ahí, me sonreiste a mí, mirándome, por primera vez. Y pensé que podría quedarme a vivir en esa sonrisa, contigo cerca. Y me asusté de la cursilada súbita y mi cabeza debió de intentar recolocarse ante aquella idea que se parecía más a una certeza que a una intuición.
Y hablamos, y reímos fuerte y con ganas, como hacía tiempo que no me reía (cuánto?) y no sé cuándo me rozaste la mano, y la rodilla, y el brazo. Y sin saber cómo, cada vez estábamos más cerca. Y a mí me seguía pareciendo que estabas demasiado lejos y te miraba los ojos centelles tes, bajo las gafas y te dejaba de escuchar pensando en lo bonito de tus ojos, en tus dedos largos y finos, en tus cejas. En tu manera de reír.
Yo no me quería ir y te acompañé al coche. Te di un abrazo y al separarnos las manos recorrieron el brazo del otro y se enlazar on sin saber tampoco cómo. Y antes de que te fueras, antes de que me dieras tu número, antes de decir que en una semana volvías, antes de eso, me dije, asustada a mí misma que sí, que ojalá aquella sonrisa tuviera las mismas ganas de quedarse a vivir conmigo.

B. S. O = Alba Reche - Quimera.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Fue una mañana de no sé qué mes. Septiembre? Octubre? Hacía frío porque recuerdo que tomé un colacao en aquel sitio que fue, desde el primer día, mi sitio favorito de esta ciudad.
Tú estabas en una esquinita de la barra, con tus gafas, sonriendo. Yo pedí y hablé, como siempre, con el dueño de la librería. Tú hiciste un comentario sobre mi colacao y yo me puse tan nerviosa que no acerté a decir nada. En estas, hablabas con un señor mayor de que habías escrito un libro, que escribías poesía y que te daba vergüenza que lo leyeran, pero que te lo habían publicado.
Yo no sé si tenía los auriculares puestos o no, porque creo que hubo un punto en el que dejé de disimular que escuchaba. Resultó que el hombre mayor con el que hablabas también escribía. Y hablaba, y hablaba. Y tú, sonriendo, cortés pero ausente, seguías la conversación. Yo te miré de vez en cuando. Tú no me miraste a mí. De haber habido contacto visual te hubiera hablado. O al menos sonreído directamente.
Fui a pagar, me volviste a hablar y yo volví a limitarme a sonreír, porque me puse todavía más nerviosa. Opté por no irme (háblame otra vez, háblame otra vez...) y me tope, de frente, con Gerda Taro guiñándome un ojo desde una portada de un libro. Lo abracé y me lo llevé a la caja, como quien puede abrazar una señal mandada por vete tú a saber quién. No dijiste nada, no te dije nada, pagué y me fui a mí trabajo, maldiciendo mi tendencia a pisotear lo que deseo hacer. Llegué a mi trabajo diciendo que acababa de enamorarme,que me habías hablado y que no había hecho nada. Mis compañeras me gritaron que volviera y yo pensé "para qué, bah. Qué tontería".
Y ahora, días después, después de que presentaras tu libro (sin que yo me enterara), después de hablarte sin imaginarme siquiera que me recordarías, mañana, por fin, te hablo. Quién sabe, a lo mejor algún día escribes sobre mí...

domingo, 14 de julio de 2019

Acabo de recordar que aquella noche, la primera, en la que seguimos el rastro esquivo de la estación espacial (se nos escapó por poco), me dijiste que tenías pánico al mar.Que yo decía frases que tú dices. Que tenías miedo a la oscuridad.
Cuántos miedos para tan poco tiempo, ¿no?
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Me quedan días de verte. De encontrarte sin buscarte (¿o sí?). De verte sosteniendo al bebé en brazos, desde lejos. De que me mires. ¿Me reconoces entre la gente como yo a ti?

viernes, 12 de julio de 2019

Entiéndeme, no quiero hacerte daño. O sí. Quiero que me mires desde lejos, como antes, y me sepas inalcanzable y lejana. Y oigas mis bromas y me veas mirar a O. y que sepas que mis ojos te evitan. Que me tuviste cerca, que podías rozarme despacio las manos. Que contra todo pronóstico, salté y no tuviste huevos. Que pasaba a verte, por las tardes, solo por reír un rato contigo. Y que nunca me hiciste reír, porque no podías. Porque no sabías. 
Y fíjate, no le escuché a él. Me dejé cegar por ti y tu ego, y deje de mirar su luz, su risa, y oh, sorpresa, su interior. Y ahí le tienes, con esa cabeza de chorlito, con ese corazón hecho mierda, seguramente, llenándolo todo de ilusión.
Y sí, quiero salpicarte de este líquido pringoso, que parece ácido y que me carcome si te veo. Que te llegue y te duela, la mitad de lo que me duele a mí.

martes, 9 de julio de 2019

Los destinos.

Hoy acababa el plazo de solicitud de destinos. Mi lista eataba lista desde el viernes, antes de salir volando literalmente para Madrid, su calor, la casa del Nene y su amor y su psicología.
Ya estoy relajada porque ya no está nada en mis manos. He dejado que la vida me sorprenda y me lleve donde ella quiera. Nada que me ate, nada que me pese, nada que me guíe. Que es maravilloso, pero también da mas miedo porque la única que está al timón soy yo.
Pero volviendo a Madrid, comimos en el indio de siempre, me compré un vestido rojo y me reí mucho, y bailé mucho. Y conocí al novio (sí, dijo novio 19358 veces) de Tripi y me recordé a mí misma en el orgullo hace 5 años, bañada en kalimotxo y volando sobre el suelo porque él estaba, porque éramos la pareja más bonita de Madrid y porque estaba enamorada como nunca lo había estado. Y él lo tenía todo y lo era todo.
Cómo cambia la vida.
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50 minutos al lado de M. En silencio. Yo riéndome con un programa, él mirándose los biceps al correr. Una chica rubia que se acerca a saludarle, yo que subo la música. Él no me dice nada y yo, por supuesto, mucho menos. Es curioso que empecé a mentirte después de que te marcharas, que los muros los hice justo después de darnos la vuelta.
También vi, curiosidad, al niño burbuja. Esmirriado, con gorra de noche, alto, mucho pelo, una chica guapa al lado. Tuve que pararme a mirar si era él. No lo tengo claro aún. Pero creo que sí.
Necesito a alguien que sepa vestirse de hombre de su edad y no de niñato de 16.
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Esta ciudad, llena de fantasmas, que cads vez pesan menos. O al menos algunos, otros son demasiado recientes.
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Qué fue? No querer hijos? No querer boda por la iglesia? Decir demaisadoa tacos? Enfadarnos en la entrada del cine? Tomar el camino del medio?
Y qué más dan tantas preguntas. Lo que sí es necesario responder es por qué crees que el problema está en tu lado.

viernes, 21 de junio de 2019

Hoy me preguntaba tío Nacho "De haber tenido curro a los 27,te hubieras casado con A.?" no hizo fakta pensarlo: "Me hubiera casado con curro, sin curro y como hiciera falta".Nos lo pedimos 1500 veces, yo todas de verdad. Él no lo sé, como aquella vez bajo la torre Eiffel en la que se arrodilló y a mí casi me da un infarto, y sacó del bolso unos pendientes para hacerme una broma. Hubiera dicho que sí. Claro que sí. Y aquella certeza que no nacía de la cabeza, sino del alma, me hubiera hecho la mujer más feliz del mundo.
Tampoco necesitaba uo casarme para pensarme, seriamente, como yo me pienso todo, poner mi vida en sus manos. A ellos iba, de hecho. A hablarlo con él, a establecer coordinadas, a plantear el futuro del que tanto hablamos y que, cuando iba a llegar, se esfumó.

Y a raíz de M. me he dado cuenta de que los daños han sido estructurales. Tal vez porque M. no es quien debe ser, y no me ha sacudido (demasiado) los cimientos y los principios y todo lo que quiera que se sacude dentro cuando llega el amor. Principalmente no me sacudió los miedos. Ni el dolor (leve pero persistente) de corazón. Como el tinnitus del oído, ese zumbido que te ronda constantemente, recordandote que sigue ahí.
No sé si lo que me hace falta es tiempo o la persona adecuada. No sé si llegaré a la desesperación a la que alude N. Espero que no.
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"El mensaje recibido ha sido eliminado. 07:33". Qué puede querer decir alguien a las 7.33. Qué no te atreviste a decirme. Querías cerrar más bares porque era viernes? Querías herirme? Que te demostrara si me importas interesandome por ti? Nunca lo sabremos.
Tampoco sabrás nunca los dolores que has causado. Ni siquiera la existencia de estas letras para ti. No lameré tus brazos. No comprobarás mis cicatrices. No creo que mereciera la pena. Tanta pena.

martes, 18 de junio de 2019

Se te rompe el corazón y no por él, sino por todo lo que temes, por lo que te espera o por lo que no te espera. Por sus brazos, por su lunar en la mano (te acuerdas? El tuyo sé borró), por su barba, por las camisas abrochadas hasta arriba. Por los ojos color piscina.
Lloras porque quieres respuestas y sno las hay. Porque quieres que alguien te diga que va a estar bien, que no vas a estar sola, que serás feliz, que no te mentirá, que será constante y que estará decidido a hacerte feliz y a acompañarte el resto de tu vida. Y cómo jode haber caído en todo lo edulcorado de Disney, en lo del hombre para toda la vida, en un compañero fiel.
Yo no quiero a un príncipe que me salve yo me salvo sola, pero sí quiero compartir el camino, sí quiero viajar de su mano, descubrir el mundo y quedarnos en casa. De hecho quiero hacernos una casa a nuestra imagen y semejanza, con nuestras fotos, con sus libros y los míos, mezclados y armoniosos. Con su ropa en el armario y su olor (no su perfume) en nuestras sábanas.
Quiero un amigo que me diga la verdad, aunque duela, y que me folle y me haga el amor a la vez. Que me haga reír a carcajadas y me escuche cuando llore, y me quite la razón si no la tengo. Quiero alguien leal, que me enseñe cosas, que sepa ilusionarse y luchar por la alegría, que sepa bien que la vida son dos días y que sea hedonista y disfruton. Que sea valiente y honesto y sincero. E irónico y que se muera por mí y me lo diga y que yo lo sepa. Que se Le enciendan los ojos al verme y me desnude desde lejos y rodeados de gente. Y que cuando estemos solos no necesite nada más. Que me abrace fuerte y me estruje los miedos, que sepa yo leer lo que quiere y necesite y que si no lo veo, me lo diga sin dudar.
Que seamos un equipo. Que seamos el uno para el otro y contra el resto del mundo. Que no mienta nunca. Que sepa bien cuánto valgo y cuánto Le quiero y que eso Le haga feliz. Que Le sea bastante. Que sepa desde lo más profundo de su cuerpo que yo siempre Le voy a ser leal, que le he buscado siglos, milenios, y que no voy a rendirme si él me promete no rendirse nunca.
Que esté. Que llegue.
Que llegue.
Y que esta vez, no me equivoque.

lunes, 17 de junio de 2019

"La vida es más lista que tú" (Asier Etxeandia)

la teoría esta de que es mejor hacer que quedarse con la duda me está saliendo cara. Evidentemente entiendo que está todo fresco, que en mi interior era perfectamente consciente de que esto no iba a ningún sitio y que ni siquiera me gustaba PERO.
Pero duele. Y busco canciones que le pongan nombre a esto y apunten directas a la herida y la suturen.
Tengo que recuperar la perspectiva, el plan de largarme lejos a una primavera infinita, con bien de luz y calor, no como aquí (hoy también está nublado).
Y me entero que alguien de mi familia va a conocerlo y me da un vuelco al corazón. Por qué, si en un mes no recordaré su cara (no lo hago ahora casi, de hecho. Mi madre dijo una frase magistral "apenas le reconoces por la calle"). Y es verdad. Es verdad. Pero duele. Porque al final los fracasos, grandes o pequeños, te señalan a ti, a tus defectos, a lo que eres. A esa manía tuya de ir con el corazón puesto entre los dientes, caiga quien caiga, de decir siempre la verdad, de meterte en los charcos, de vivirlo todo por si acaso, para cuando no pueda vivir más. Y claro, te expone a gente que sí sabe manejar esto. A gente que miente o a gente que se asusta de esta intensidad, a ese empeño mío de darme sin importar nada más cuando veo un destello de luz.
Y hacerse duro no significa hacerse insensible, lo sé.

Igual que hace dos días rogaba a los dioses en los que no creo (y él sí. La boda por la iglesia, no olvidemos)que ralentizara el tiempo, ahora pido que lo pase rápido, que salga el sol y que haga calor y que se me tueste esta pena estúpida. Y se me pierda por el camino.

domingo, 16 de junio de 2019

En aquel restaurante de mi primera cita o segunda después de un siglo, horrible, con mucho bullicio, el dueño del bar que vino al final me recordó a ti. El pelo rubio, las gafas, los ojos verdes. Para mí fue como una señal a destiempo. Qué haces aquí pensé. Porqué viene tu recuerdo ahora con este chico al otro lado de la mesa a importunarme y a hacer que te recuerde y que me de cuenta de todo lo que tú tienes y que les falta a los demás.

Te busco a ti y te espero a ti. A tu voz medio acatarrada, a tus marquitas en el moflete. A tu pelo perfectamente despeinado. A tu humor socarrón y a la manera de cantar tan grave.
A esa manera tan masculina de mirar como sopesando hasta antes de que empiece a hablar. A tus dientes afilados. A los dedos de pianista.
Y todo lo que pasa tiene sentido mientras tanto, porque las decepciones, los actos de valentía, los grandes errores, los entenderé mejor contigo al lado.
Y mientras tanto me haré mejor, para ti y para mí misma. Para que cuando me encuentres no tengas ninguna duda de que soy yo. Y todo aquello que nunca tuvo sentido con nadie será exactamente aquello que siempre habías añorado.

sábado, 15 de junio de 2019

La opo me enseñó un par (de docenas) de cosas a base de lágrimas. Entre ellas a escuchar lo que dice tu corazón cuando lo dice, a hacerme caso, y a tenerme y quererme a mí siempre y por encima de todo.
Y siempre que flaqueo y me pongo un poco mustia, me pongo la canción que me hizo darme cuenta al lado de la bodega aquella por la que he pasado tantas veces cuando estaba castigada a mirar durante días un muro de silencio, que yo me voy a tener que querer siempre pase lo que pase. Más que nadie.

(Stevie Wonder - As)

Que parece de verdad

Hablabas de ventanas (qué propio de ti) en mi portal, a las 4 de la mañana, te ibas y para despedirme, ibas a darme dos besos pegados a la comisura, pero yo cambié la trayectoria.
Y me hablas de L. y E., y de los regalos que comprabas a tu hermana, y rozo tus manos con callos (tan fuera de lugar sobre el papel contigo, pero que te reflejan tan bien, ahora que lo pienso, porque si quieres algo, vas a por ello) y me haces reir a carcajadas en el cine, mientras me acaricias despacio. "Vendré aquí a cerrar este bar todos los viernes", dices y no suena a amenaza.
Ibas a darme dos besos como el señor que eres y yo opté por el camino del medio. SI puedo ganarle al tiempo 10 segundos contigo, bienvenidos sean.
Y hablamos del futuro, como dándolo por hecho a pesar de todo, porque a la vida le dan igual tus planes. Y menos mal.
Y sí. Eres más alto.

/"Pintame la piel, angelito oscuro. Has quemado la ciudad, mamasita dame alas, que me quiero ir a volar. En las cuevas de Cañar, la vida es tan bonita que parece de verdad" (Guitarricadelafuente - Guantanamera )

sábado, 8 de junio de 2019

Te echo de menos pero sé que no debo hablar contigo. Hay cosas tuyas que no me cuadran, mirarte de frente en el restaurante, tu voz a veces. El lunar al lado de la nariz. Tu altura, los dientes desparejados. El pelo fosco.
Y luego, te miro por el otro lado en ese bar y menrecomiendas gominolas, con el cuello en el respaldo del sofá y tú colocas tu mano en mi pierna. Me haces reír. Me cuidas. Me escuchas. Me cuentas toda la verdad de todo. Piensas como yo y tienes los mismos principios. Me gusta tu trabajo, tu casa, tu forma de actuar. Tu sinceridad con el mundo. Aquel beso en el dorso de la mano.
Me gusta que eres valiente y te embarcas, desde antes de salir, en la aventura.
Que solucionas los problemas sin agachar la cabeza ni evitarlos, y pides perdón si es necesario. Me gusta que eres un moñas y citas pelis de ghost y auqnue yo lo deteste tú adoras los planes de sofá, manta y diario de Noa.

No me gusta tu excesiva gravedad, auqnue sí cómo entiendes y respetas. Y no debería juzgar desde el agobio logístico actual, sino en un plano distinto. Tú decides tú sobre tu vida.

Creo que tengo que dejar que se enfríe. Pensar lejos. Te recordaré en la escalera, mirándome sonriendo. Y decidiré.

miércoles, 5 de junio de 2019

Idem

Siempre he aplazado cosas que quería hacer para despues: para cuando tuviera dinero, para cuando no dependiera de nadie, para cuando tuviera pareja, para después de la opo, para después del verano... Y de pronto, tienes 32 y una larga lista de cosas pendientes. Como si la vida no consistiera en una lista de "hoys" sin mañana y sin ayer, como si no fuera a acabarse nunca, como si siempre fuera a ser joven y a tener ganas y como si no fueran más habituales los días grises que los rayos de sol.
Contigo dije basta. Es verdad que llegas cuando menos lo esperaba, auqnue a decir verdad, algo me olía porque siempre que eres consciente de estar muy bien como estás en soledad, zas, alguien aparece. Es verdad que mi vida es una lista con interrogantes en casi cada punto. Es verdad que todavía tengo algunas heridas en el corazón que tú, sin saberlo, estás terminando de curar. Es verdad que tal vez ya no esté dispuesta a meterme de cabeza en los charcos como la kamikaze que fui, pero no por entrar con el pie se adentra uno menos en ellos.
Me gusta que hablas claro, que eres sincero y que sabes enfrentarte a lo bueno y a lo malo, con una sabiduría emocional que me llama la atención. Aceptas el amor y la amistad en una manera muy parecida a la mía, y aunque eres cauteloso, no dejas de ser valiente. Muy valiente. Tanto como para dar pasos en segundo que a mi me costarían semanas,y sin despeinarte. Y sin que suenen raros.
Eres serio y respetuoso y crees en las mismas cosas que creo yo. Y dices cosas que digo yo. Y no te da miedo mi sinceridad apabullante ni mi verborrea incontenible, y eso tiene mucho mérito.
A mí, que se me habían quitado las ganas de buscar la magia y de preservarla, me has enseñado que hay que defenderla y madurarla, dejarla hacer despacio y no dejar que el cinismo ni el miedo a volver a vivir los daños de antes la ensucien.
Auqnue eso sí, precisamente por traer la luz, tengo que contarte la verdad y que sepas bien dónde quieres meterte, si es que quieres. Yo estoy dispuesta a andar y a poder ser, que las única rutas escritas que sigamos sean las de las estaciones espaciales que se ven desde las terrazas en las noches de verano.

Todavía no ha pasado nada y a mí ya me lo has dado todo.
Ídem.

miércoles, 29 de mayo de 2019

Me da miedo. No quiero sufrir más, no quiero llorar más. No quiero decir más veces adiós, no quiero adioses a medias, no quiero. No era el momento. Yo estaba aquí de paso, en mi mundo, en mi gimnasio y mi aburrimiento y ya estaba, nada más.
Y ya sé que a la vida se viene a jugar, y que todo fluye y que no hay cosas forzadas pero no sé si quiero. Mejor, no sé si puedo. No sé si debo, que llevo todavía las costuras sujetas con hilos quebradizos por mucho que disimular auqnue, a este paso, va a ser costurón sobre costurón. Lo veo.
Hay ratos que todo tiene sentido, o mejor, que no lo tiene porque no hay nada que pensar más que palabras y palabras y otros en los que me niego.
Será la falta de costumbre.

Por otro lado está P..No lo entiendo y ha tenido que pasar algo porque no es normal. Y me daría igual si lo entendiera y no me oliera a chamusquina, pero huele raro. Y hacia un buen rato que no pensaba en lo de P., mira. Lo dejaré ahí hasta que se me cruce el cable y le pregunte porque no tiene sentido.

No contaba yo con estas aventuras, fíjate. Y como texto es una mierda, perdón, pero como diario rápido esto no tiene precio.
Y me voy a dormir. A ver si puedo.


jueves, 16 de mayo de 2019

El placer es coger un libro antes de dormir y leerlo, leerlo leerlo, sin importar la hora a la que acabes, sea jueves o lunes o domingo. Reírte con él. Y terminarlo y despedirte en silencio al cerrar las tapas por última vez.
Leer porque quieres, lo que quieres.
Libros de la biblioteca que no buscabas y te llamaron, o que has buscado durante meses o esperado leer, y que de pronto, aparecen.
En parte me gustaría hacer una lista con todos los libros que leo, para, simplemente, recordarlos o tal vez por el acto egocéntrico de echar números y cuantificar. Por otro lado, contarlos, convertirlos en cifra me parece feo, una falta de respeto.
Ojalá quedara algo tangible de ellos, especialmente de los que no son míos.

sábado, 4 de mayo de 2019

"Por los heroes del dos de mayo"

Era mucho más alto que yo, con esos gestos ajustados y medidos de niño bien de colegio de curas, con un punto marcial. Pantalón beige de buen corte y mejor planchado, camisa blanca impoluta de lino, probablemente hecha a medida, americana azul marino que, como mandan los cánones, no se quitó en ningún momento más que para ofrecermela si tenía frío. Zapato negro. Ni una marca a la vista, discreto y sobrio. Reloj caro, pero no mucho. Deportivo. Pulsera de cuero de rigor. Discreta. Cinturón de piel. De esos hombres que llevan la ropa y la ropa no les lleva a ellos.

Yo hablé toda la comida esquivando las gilipolleces de uno de los comensales y él miraba divertido nuestro original partido de tenis, al otro lado de la mesa.
En aquel restaurante de paredes pintadas de negro, con camareros de esos que te retiran la silla y te ponen la chaqueta cuando te vas, sonrío y me dijo que lo único que me faltaba para ser perfecta era ser del atleti. Le contesté que era demasiado hedonista para sufrir tanto y volvió a reírse fuerte.
Al salir del acto "la revelación política" Le llamó por su nombre y le dio un abrazo machote, de esos de golpes fuertes en la espalda que resuenan. Ambos hablaron de igual a igual, actitud que no había visto en otros de mis acompañantes a los que se les notaba desde fuera cómo se les aceleraba el pulso en estas lides y se les afila el colmillo al olor del poder. Él se mantuvo erguido, cordial, simpático pero sin pasarse... Natural. Lo cual dejó en evidencia las ganas de caer bien del resto de nuestros acompañantes y cómo cuando algo es impostado, saltan las alarmas. Para él aquella gente, aquellos actos, por lo visto, eran algo normal y se notaba.
En los toros (sí, fue el día más rancio de mi historia) se sentó a mi lado y me escondí de tras de él un par de veces. Me enseñó a distinguir chinos de japoneses y también confirmó que veo fatal de lejos (no, aquel señor no era Vargas Llosa).
Una de las cosas que más me gustó de él era algo que no había vivido nunca, una tontería, pero algo que me demuestra dónde vivo ahora: este chico/señor siempre se quedaba el último, al lado de la puerta, firme como un palo, hasta que yo pasaba, cediendome el paso con una sonrisa y guiando ligeramente la dirección de mis pasos con su mano firme pero escueta, en mi espalda. Ni un milímetro más abajo ni más arriba de donde tenía que colocarla. En todos los sitios a los que íbamos. Le faltaba dar un golpe con el tacón.
Era un tío serio. Un señor. Y nunca me había cruzado con uno que me mirara así y al que yo le hubiera podido sostener la mirada, calculando distancias e intuyendo intenciones, que, por otra parte, eran bastante evidentes.
Me hizo sentir bien, entre toda la caspa política y el olor a señores carcas y buitres, saber que si quería, podía. Que había gente digna entre aquel barro dorado.
Y, especialmente, que hay hombres que saben hablar y callarse cuando toca, de los que me gustan a mí. Y que saben mirar a los ojos y hacer justo, ni más ni menos, que lo que se debe hacer.

jueves, 25 de abril de 2019

Calle Infantas. 2 de la mañana.

Llueve y paro un taxi. Al sentarme veo que el taxista me mira por el retrovisor. Llevo los tacones, el vestido corto y negro y un paraguas grande y masculino oscuro. El pelo suelto y la cazadora de cuero.
Le digo tú dirección y el taxista cambia la emisora de la radio por música jazz. Miro a través de la ventanilla ansiosa por llegar rápido. El taxi huele a tabaco. 
Abro la ventana y siento el frío. El taxista me mira de reojo, iluminado por las luces de los semáforos. 
Cruzo la ciudad de noche y cerca de tu casa encuentro un atasco que me pone más nerviosa. Quiero llegar ya. 
Indico al taxista que pare el coche frente a tu portal. Pago y me bajo sin abrir el paraguas. La cerradura de la puerta suena, estridente, antes de que llame al timbre porque supongo que me estabas esperando. 
Subo en el ascensor y me termino de ahuecar el pelo. Se abren las puertas y a oscuras cruzo tu rellano. Antes de llamar al timbre abres la puerta (gafas redondas de pasta, camiseta negra, vaqueros, pies descalzos) y sin mediar palabra me besas aún sin cruzar el umbral. Huelo tu perfume y me da vértigo.
Pasamos a casa. Hay velas encendidas, una lámpara con luz tenue y un par de textos  encuadernados con anillas tirados abiertos en la mesa. Hace calor aquí. 
Suena el disco que te regalé. Es muy tarde fuera. Estás muy guapo esta noche. 
 Llueve mucho y hay truenos haciendo retumbar las hojas de las plantas de la galería. 
Apagas la lámpara y me siento en el sofá. 
Me enseñas sonriendo una botella de vodka rojo sin abrir y vas a la cocina a por hielos. 

Quedan 5 horas para que llame a mi jefe y le diga que no voy a poder ir a la reunión.

Queda un minuto para morder tu cuello.


lunes, 15 de abril de 2019

Arde

Arde Notre Dame y no puedes dejar de mirarlo.
Cuando visité París solo tuve tiempo de disfrutar de verdad, como a mí me gusta, sin prisa y sabiendo dónde se está, solo un rato en Shakespeare and Co. Estaba yo sola (qué raro), sentada en un diván verde de terciopelo y una pareja tocaba a cuatro manos el piano. Me emocionó hasta llorar. No sé cuánto tiempo estuve allí, pero fue el único rato en el que supe dónde estaba. Estaba presente y allí. Sin antes, sin después, sin correr.
A Notre Dame entramos de paso. Pocos minutos. Muy pocos. Solo recuerdo verme abrumada por su tamaño, por los arcos, por lo oscuro que estaba todo dentro. Era un viaje al pasado.
Aquel viaje me lo pasé corriendo a ningún sitio para no ver nada. Para no disfrutar nada. Para marcar con un tick las 20 cosas que "había que ver" y que, efectivamente, vimos. Pero nada más.
Ahora arde y ya nunca podré verlo como pude aquella vez y no lo hice.
Qué triste pasar así por los sitios, por la vida. Haciendo como que se está sin estar.

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Arderá la Historia ante nuestros ojos embobados, borrachos de horror y de impotencia.
Todo pasa. Nada ha venido a durar para siempre, me dices. Y yo te miro justo antes de que me des un beso, lento y triste. Y yo te devuelvo otro, lleno de vida y de aire. Tú y yo tampoco vamos a durar. Como mucho, unos 50 años, que en realidad, no es nada. Un grano de arena. Dos vidas insignificantes. Pero ahora que todo arde, ahora que estamos vivos y hemos coincido en este rato breve, vamos a hacernos eternos un rato. Antes de que todo lo que conocemos también se prenda fuego. Vamos a consumirnos tú y yo, solos en este salón mientras el mundo, ahí fuera, arde. Habrá un segundo en el que tú y yo también seremos fuego. Y luego... Y luego ya dará todo igual.

domingo, 31 de marzo de 2019

Una de amor.

Perdona si soy patosa y no me entero. Si no capto las indirectas, si no sé traducir bien y te despisto.
El segundo abrazo. El beso en la mano. Lo de tu accidente. Lo de la radio. Lo de tu ex. Lo del mío. Tu casa.
No sé lo que es. No sé si no lo veo. No sé si en realidad, no hay nada que ver y esto nuestro ha sido así y siempre lo será. No sé si es falta de tiempo. Si es mi tendencia a la tensión sexual no resuelta y a los silencios a medias.
Eso sí, hay cosas claras.
Sé que me gusta reírme contigo y citar a Monty Phyton y que me digas con cara de espanto que el género masculino lleva siempre las de perder y que todo es un desastre. Y que sí, que vienes. Sin dudar.
Y no, no voy a pelearme por ti, pero me voy a quedar cerca, igual que haces tú. Aunque no recuerde tu cumple como tú siempre haces conmigo.
Y no, no estoy en otra liga: estoy en la misma liga de siempre. Y ojalá en esa liga de la que hablas haya muchos como tú.
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Estar a tu lado dos minutos mirándonos sin conocernos.
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No sé si fue por él, por aquel día de primavera en el que sobraba la cazadora, por el cielo azul, por la música en mis auriculares o por haberte visto y haberme reído TANTO y tan fuerte pero sentí que se me cargaban las pilas, que la vida empezaba de nuevo y que todo parecía como recién pintado. Y que lo que de verdad quiero ser es un soplo de aire. Un poco de sol. Y tener un hueco en tu casa también y que tú lo tengas en la mía para venir cuando lo necesites o incluso cuando solo te apetezca. Ser una vía de escape. Una tarde de sol en una terraza. Sólo eso. Ni más, ni menos.
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Yo os caso ahora que no sé si creo en el amor. Quiero decir, lamentablemente creo en él, pero no me gusta. Porque duele. Porque te expones a creer en cuentos y en mariposas y en promesas que, como dice, Ferreiro, no valen nada.
Yo os caso y os leo lo que escribí para mí, para él, para vosotros, con el corazón hecho pedazos y sin suelo bajo los pies.
No sé si será adecuado, lo que sí sé es que es verdad. Como todo lo que escribo.
Yo, que soy la única sin pareja en la boda, os caso. Yo que reniego del para toda la vida muy a pesar y a la luz de los acontecimientos, os caso.
Y a pesar de eso, a pesar de todo, vuestra confianza es una de las cosas que me hacen creer en el amor.
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Tal vez sea una señal para que me quede cerca y se me llene el corazón de luz y de aire limpio (y contaminado también), de dejar de buscar fuera lo que tengo dentro. De empezar a construir sobre los cimientos que ya sé que me hacen feliz (y además, tanto). ¿Te imaginas cómo sería? O tal vez ir un rato fuera y decidir volver a casa a pesar de todo, de los alquileres y los gastos, pero con ellos.

martes, 19 de marzo de 2019

Chet Baker y los planes.

Tú y yo nos habíamos cruzado en esa ciudad que detesto, y que apenas conozco. No lo recordaba hasta que alguien sacó en una conversación sin importancia un detalle, un aspecto sepultado que, por mí misma, nunca hubiera vuelto a mi cabeza.
Habló de aquello (un teatro, un ataúd) y como un golpe, todo volvió a mi cabeza descolgándome la mandíbula.  Tú estabas allí. Tan cerca. Y yo estaba entonces tan perdida...
Te recuerdo la primera vez, pero no esa. Ni te vi. Ni te miré.
No me importabas nada. No te conocía de nada.
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Es curioso cómo la vida te hace orbitar alrededor de gente. Te rozas con ellos o ni siquiera adviertes su presencia. Vives a una calle de distancia y nunca coincides. Tus abuelos eran colegas y compartían chatos en el bar. Están cerca, pasan a tu lado, y justo giras la cabeza y te los pierdes.
O justo, un día, cambias de ruta, o miras en su dirección, y te los topas.
Como con la música.
Pasas años dando vueltas a las mismas canciones, caminas cerca de una canción, siempre la encuentras a medias, o tal vez la oyes sin escuchar. Escuchas música similar, cantantes contemporáneos. Y un día, dar un click en un sitio distinto, te planta enfrente.
Te golpea.
Te reconoce.
Sientes como cuando percibes un rastro de perfume que te resulta familiar y súbitamente, le pones nombre.

También me ha pasado con él.

But don't change a hair for me Not if you care for me Stay little valentine stay Each day is Valentines day

https://www.youtube.com/watch?v=jvXywhJpOKs&list=RDjvXywhJpOKs&index=1

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Ojalá seas tú, y ojalá haya caminos de esos raros que nos unen a lo que debe ser. Ojalá sepa ver más lejos cuando estés cerca y no me quede solo con el barniz. Ojalá sepa decir que no cuando se encienda la luz roja y me fíe de ella, y no me deje mecer por el canto de las sirenas nunca más.
Ojalá sepa advertir cuando alguien quiera usurparte el sitio y lo eche sin piedad.
Ojalá sepa reconocer tu risa y esa manera tuya de hablar abriendo un poco las manos. Ojalá pongas a Etta con las ventanas abiertas en verano y ojalá sigas cambiando la letra a las canciones.
Ojalá me hagas reír. Mucho.
Ojalá pienses que exactamente esa marca de mi brazo, esa manía mía de acaparar a la gente que quiero como si me la fueran a robar y de eliminar lo que me hace daño, esa necesidad de salir a la calle si hay sol, es lo que hace me hace ser yo. Y que, de verdad, de verdad de la buena, te parezca bien y lo quieras en tu vida sin peros. Con conocimiento de la sombra, pero sin peros.
Ojalá seas honesto y valiente. Y entiendas porqué no soporto que me mientan ni que me endulcen la realidad. Y lo asumas en tu corazón y actúes en consecuencia. Y que sepa yo reconocer cuando no pase. 
Ojalá sepa pedir lo que necesito, y ojalá tú también necesites poco.
Ojalá nos empujemos a vivir y compremos billetes de avión para que pierda el miedo (y si no lo pierdo, que me cantes a The Smiths "And if a double decker bus crushes into us..." cuando todo se vaya al carajo). Ojalá te haga feliz.
Ojalá choquemos y, esta vez sí, se produzca el Big Bang en medio del salón.
Y ojalá me estropees los planes.

https://www.youtube.com/watch?v=klqA9HPgsho&list=RDklqA9HPgsho&start_radio=1

lunes, 4 de marzo de 2019

Regalos.

Las canciones me asaltan y algunas hasta me restañen el corazón.
Un regalo de cumpleaños adelantado.

I wish I could give
All I'm longin' to give
I wish I could live like I'm longing to live
I wish I could do all the things that I can do
And though I'm way over due
I'd be startin' a new

https://www.youtube.com/watch?v=5dlrXCYrNYI




domingo, 3 de marzo de 2019

2 veces 16. Love hurts.

Las canciones me asaltan. Fisgaba yo tuiter y me asaltó esta...
https://youtu.be/wGqFRHEh8iM

Está canción siempre suena a J.
Tenía 16. Me grabó varios CDs y de momento, ostenta el honroso título de haber sido el novio con mejor gusto musical hasta la fecha.
Él siempre irá asociado al sabor a limón, que es a lo que sabían sus besos, cosa que descubrí al filo de los 18, cuando me besó por primera vez después de ser uno de mis mejores amigos durante un par de cursos.
J.

Es increíble pero hace 16 años que tuve 16 y parece que fue ayer. 16 años.
Me da un poco igual mi cumpleaños porque siempre ha tendido a ir hacia el desastre.
El último lo pasé mala y por esos días fue la última vez que Le vi.
Hace 10 cumpleaños puse, como diría Ismael, el corazón en una bandeja...aunquebese año me hicieron una fiesta sorpresa! Punto positivo ahí.
Hace más, muchos más, las dos "mejores amigas" que tenía intentaron boicotear mi fiesta (puede que cumpliera 9,con vasos de Pocahontas) y yo ni me di cuenta afortunadamente. Tampoco me importaba. Estaba yo ya empezando a levantar muros.
No, mis cumples no han sido grandes fechas de felicidad para el recuerdo.
Aún así, estoy preparando una lista de deseos. Aunque no sople las velas ni haya chocolate para merendar, ni cenas en el mexicano.
Voy a pedirme una vida nueva, llena de luz y de calor. Pediré que no me falte nadie de mis imprescindibles. Pediré fuerza e ilusión. Pediré no perderme otra vez. Pediré olas y un mar cerca. Pediré hacer caso a las señales. Que no se me escapen más fiestas. Una playa en el Caribe, un buen libro, silencio y arena. Pediré que llegue lo que tenga que llegar cuando tenga que hacerlo.
Y nada más.
Ya no me hace falta pedir nada, porque, como bien pensaba hace 16 años, pedir mucho no vale de nada: todo lo que quiera, todo lo que necesito ya está en mí..

Feliz cumpleaños a mí.

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martes, 29 de enero de 2019

Todo lo que importa.

Me miras con esos ojos negros que más que mirar, resumen. Y sonríen. Ellos y tú.
Mientras te cuento los hechos, tú pegas sorbos con el vaso de cerveza entre tus dedos (finos y alargados, huesudos) enfrente, mirándome con una mueca divertida y las cejas enarcadas.
"Parece que todo se derrumba" te digo, cerrando los ojos y sacudiendo la cabeza tras contarte detalladamente la serie de catastróficas desdichas que acucian mi vida en este viernes, en esta plaza de Madrid, en este invierno. Pero ahora, después de escucharlas en voz alta saliendo de mi boca, alejándose hasta ti, hasta tus oídos, hasta tus ojos traviesos, mirándote de cerca, no parecen tan graves.
Y pareces adivinar que he llegado a esta conclusión, y pareces adivinar que siento que me he metido en un callejón sin salida y que el drama ha sido desactivado con éxito sin decir una palabra por tu parte, y que ahora de lo que tengo ganas es de reírme y de decirte "olvídalo", pero a mi solo me sale ocultar la cara entre mis manos, roja como un tomate, por fin, sonriendo.

A ti mi gesto fatalista te hace gracia y te ríes, echando hacia atrás la cabeza en una carcajada corta y explosiva. Agarras la cerveza, te levantas y caminas dos pasos hasta sentarte en el taburete que está a mi lado, apoyando la cabeza en un codo que has puesto en la mesa, como evaluando la situación, con tu cuerpo orientado hacia mí. Te sientas a mi lado pero mantienes la distancia, como si supieras que necesito aire para respirar.

Sigues mirándome con una media sonrisa, con un gesto que me recuerda a una foto que tuve de Capa en la pantalla de mi móvil. Guasona. Sin decir una palabra.
Después de unos segundos en los que yo te miro como si me hubieran pillado copiando en un examen, con cara de "sí, este desastre soy yo", alternando la mirada entre mi caña y tus ojos, te yergues, coges aire y con cara seria me dices "Bueno, en vista del cariz de los acontecimientos, es hora de adoptar medidas drásticas... Mesero: dos cañas. Muy dobles". Y yo suelto una carcajada que me agita desde el ombligo.

Unas 9 horas después, tras cerrar 4 bares ("NO VE USTÉ QUESTE DRAMA REQUIERE OTRA CAÑA, SEÑOR??")  y unos cuantos cargos en las tarjetas de crédito de cada uno, no sin la ceremonia del "No, no, el drama es mío, déjame pagar a mí" "Precisamente por eso, porque es tuyo, déjame acompañarte en tu dolor", llegamos a mi sofá a duras penas, riéndonos a carcajadas y bastante borrachos.
Los dos, derrengados, nos miramos sonriendo,agotados, durante unos minutos. Sin decir nada.
"Tal vez debería marcharme" dijiste con tono de pregunta a la que se le habían caído los signos de interrogación.
Yo no dije nada, sonreí y giré el cuerpo noventa grados, colocando mi pierna y mi brazo sobre él, abrazándole.
Él volvió a reírse con una carcajada y besó mi frente.

Y el primer rayo de sol del día entró en el salón, certero, recto, como un disparo.

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Ten un plan.
https://www.youtube.com/watch?v=fgsrZLdOvCo