martes, 23 de octubre de 2012

Hello sailor



Hoy pensaba que dentro de poco ya no  me sentaré al lado del chico de los ojos azulescasiverdes y no le veré 8 horas al día. Y me di cuenta súbitamente. Como cuando en el verano de los 18 pensé, después de salir de un cine con el Chico Estudioso en quién iba a ir los sábados a nuestro (NUESTRO) rincón en Gomila si él y yo no estábamos. 

Las grandes verdades, las grandes soledades te llegan así. De golpe. 

Y estoy cansada de echar en falta, aunque sea a los recién domesticados.

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Leo los micropoemas de Ajo. Cómo puede caber tanta verdad en tan pocas palabras. 
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Tatuajes de anclas y golondrinas.

Echo de menos el mar.
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te voy a contar un secreto: cuando vuelvo de clase, aunque vuelvo en coche con M.el de los ojos azulescasiverdes y el de los rizos, siempre llego tarde a casa. Y es que doy vueltas en el recorrido para encontrarme un rato sola, y escuchar música y pensar en el día con todas las estrellas que no se ven desde el suelo de Madrid. Doy vueltas y pienso.
 Y a veces hasta canto.





lunes, 22 de octubre de 2012

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Jugaste con varias bazas a tu favor. 
Mi estúpida tendencia a venderme al mejor postor. Mi manía de decir la verdad y a desnudarme (tal vez demasiado. Tal vez de demasiadas formas) con aquellos que consiguen derribar los muros. Mi poca capacidad de análisis. Mi escasa maldad. 
Y sobre todo, aquella manera mía de quererte como si el mundo se acabara justo donde terminaban tus pies y la punta de tu pelo. Como si se me fuera la vida esperándote. Pidiéndote sin pedirlo que me salvaras. Dejándome agotada. Gris.

No te echaré a ti la culpa porque no la tuviste. 

La culpa fue mía, y solo mía.
Por imbécil. 


Por no ver las señales de alarma. Tu manera de fallarme y relegarme a un puesto bajo los pies de los caballos. Por no ver que eres un experto en nadar entre corrientes. Que eras el dueño y señor de los signos de interrogación y los puntos suspensivos. 

Y ahora que estoy aquí  sin saber adónde voy (ni falta que me importa, que diría mi padre), veo, ahora que ya no hay charcos, que el agujero que me dejaste en el alma ya no escuece, ni absorbe energía como un agujero negro.

 No te engañes.
 Tendrás que volver a conocerme. 
Porque me construí de nuevo. 
Yo ya no soy esa. 

Ahora yo, con 25 años y medio, con dos hermanos que matarían por mi, con un cruce del destino en mitad de Gran Vía, con las cervezas Mahou, con mi lista de tatuajes invisibles hechos con fuego y con humos de cigarros, con amaneceres y atardeceres vividos seguidos, sin sueños por cumplir porque los llevo todos en la lista de haberes...ahora, yo elijo. 

Y hay cosas que mi nueva yo no va a dejar que pasen. 
(a pesar del nudo en la garganta)

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Esa sensación de ir a un espectáculo de magia al que ibas de pequeña y ves, crudos, desnudos, los trucos.
Nuestro error nunca fue amar como si el jodido mundo se acabara en nuestro abrazo. Que nadie te haga pensar que no fuimos los mejores cuando el sol ardía en nuestros labios.