sábado, 8 de junio de 2019

Te echo de menos pero sé que no debo hablar contigo. Hay cosas tuyas que no me cuadran, mirarte de frente en el restaurante, tu voz a veces. El lunar al lado de la nariz. Tu altura, los dientes desparejados. El pelo fosco.
Y luego, te miro por el otro lado en ese bar y menrecomiendas gominolas, con el cuello en el respaldo del sofá y tú colocas tu mano en mi pierna. Me haces reír. Me cuidas. Me escuchas. Me cuentas toda la verdad de todo. Piensas como yo y tienes los mismos principios. Me gusta tu trabajo, tu casa, tu forma de actuar. Tu sinceridad con el mundo. Aquel beso en el dorso de la mano.
Me gusta que eres valiente y te embarcas, desde antes de salir, en la aventura.
Que solucionas los problemas sin agachar la cabeza ni evitarlos, y pides perdón si es necesario. Me gusta que eres un moñas y citas pelis de ghost y auqnue yo lo deteste tú adoras los planes de sofá, manta y diario de Noa.

No me gusta tu excesiva gravedad, auqnue sí cómo entiendes y respetas. Y no debería juzgar desde el agobio logístico actual, sino en un plano distinto. Tú decides tú sobre tu vida.

Creo que tengo que dejar que se enfríe. Pensar lejos. Te recordaré en la escalera, mirándome sonriendo. Y decidiré.

miércoles, 5 de junio de 2019

Idem

Siempre he aplazado cosas que quería hacer para despues: para cuando tuviera dinero, para cuando no dependiera de nadie, para cuando tuviera pareja, para después de la opo, para después del verano... Y de pronto, tienes 32 y una larga lista de cosas pendientes. Como si la vida no consistiera en una lista de "hoys" sin mañana y sin ayer, como si no fuera a acabarse nunca, como si siempre fuera a ser joven y a tener ganas y como si no fueran más habituales los días grises que los rayos de sol.
Contigo dije basta. Es verdad que llegas cuando menos lo esperaba, auqnue a decir verdad, algo me olía porque siempre que eres consciente de estar muy bien como estás en soledad, zas, alguien aparece. Es verdad que mi vida es una lista con interrogantes en casi cada punto. Es verdad que todavía tengo algunas heridas en el corazón que tú, sin saberlo, estás terminando de curar. Es verdad que tal vez ya no esté dispuesta a meterme de cabeza en los charcos como la kamikaze que fui, pero no por entrar con el pie se adentra uno menos en ellos.
Me gusta que hablas claro, que eres sincero y que sabes enfrentarte a lo bueno y a lo malo, con una sabiduría emocional que me llama la atención. Aceptas el amor y la amistad en una manera muy parecida a la mía, y aunque eres cauteloso, no dejas de ser valiente. Muy valiente. Tanto como para dar pasos en segundo que a mi me costarían semanas,y sin despeinarte. Y sin que suenen raros.
Eres serio y respetuoso y crees en las mismas cosas que creo yo. Y dices cosas que digo yo. Y no te da miedo mi sinceridad apabullante ni mi verborrea incontenible, y eso tiene mucho mérito.
A mí, que se me habían quitado las ganas de buscar la magia y de preservarla, me has enseñado que hay que defenderla y madurarla, dejarla hacer despacio y no dejar que el cinismo ni el miedo a volver a vivir los daños de antes la ensucien.
Auqnue eso sí, precisamente por traer la luz, tengo que contarte la verdad y que sepas bien dónde quieres meterte, si es que quieres. Yo estoy dispuesta a andar y a poder ser, que las única rutas escritas que sigamos sean las de las estaciones espaciales que se ven desde las terrazas en las noches de verano.

Todavía no ha pasado nada y a mí ya me lo has dado todo.
Ídem.