miércoles, 30 de diciembre de 2020

Adiós,2020.

 De este año recuerdo llorar el primer día de los aplausos del confinamiento, porque vivía en Tudela y pensaba que nadie iba a salir a aplaudir ("es un pueblo pequeño", pensaba). Oí la ovación y abrí la ventana y mandé un audio a mi hermana que estaba sola y cansada y tenía miedo y estaba lejos. Y aquellos aplausos llegaron grabados a su isla junto con mis lágrimas de emoción y de pena y de miedo y de soledad y de esperanza, por saber que si todos fueran como ella, estábamos en buenas manos, pero también por saber el precio que ella estaba pagando que me dolía bastante más que mi propio precio a pagar. 

Recuerdo la aparición de Adrián (sí, voy a ponerte nombre. No mereces menos) en mi vida, inundándolo, llenando las horas de conversaciones infinitas mientras bebía(mos) cerveza en la terraza, cada uno en la suya, sin vernos, confinados, en pijama y él con el pelo como un champiñón. Y Van Gogh y los almendros y el cartel del Primer Festival de Músicos Tristes. Recuerdo ponerle cara y ponerle piel. Caminar con su bici al lado, acompañándome hasta la estación aquel primer día e invitarme a su casa a comer pizza, e irme. Recuerdo la primera noche y la noche de San Juan y los toures por Pamplona. Y recuerdo noches largas y perder el miedo por hacer cosas que siempre me han dado pavor, porque él estaba al lado y porque con él parecían muy buena idea (...los niños hubieran sido listisimos, eso sí). Recuerdo la última tarde, recuerdo los últimos coletazos. Recuerdo constantemente su olor, porque en esta ciudad todo el mundo huele a él. 

Recuerdo la oficina de Tudela, recuerdo el miedo y los disgustos y los cabreos y las horas de trabajo y la desesperación con Leire y preguntarnos si ya era políticamente correcto beber cerveza a las 11 de la mañana (la respuesta era sí. Siempre). 

Recuerdo la playa de Barbate con Carlos, sin tiempo, sin prisa, haciendo fuego en casa y mirando las estrellas en una vida pequeñita para dos con puestas de sol en la playa todos los días, hasta los de Levante.  

Recuerdo plantearme un cambio de vida y recuerdo decidir hacerlo. Y que luego me empujaran a hacerlo.  

Recuerdo entrar en mi nueva casa y decir al tercer paso que me quedaba con ella, recuerdo el aire que no me dejó dormir los primeros días y recuerdo no tener que acoplarme a aquella casa. 

Recuerdo a Carlos, como siempre, con la palabra justa para diseccionarme aunque no me vea, y con la perspectiva y la calma perfecta, con toda su sabiduría y todo su (nuestro) amor. Recuerdo a Laura y a Dani viniendo a rescatarme, como siempre, porque siempre están, con un amor que crece aunque se mantenga estable, que hace planes y los cumple y que me da fe y que se me sigue contagiando a mí.  

Y las cenas por videollamada con Pablo y la visita de Lara y las cervezas con Luisa y las comidas con Yaiza, y las llamadas a 4 con Cris, Isra y Carlos y reírme mientras lloro o al revés, y jugar a juegos de mesa a 400 kilómetros. 


 

No puedo decir que 2020 haya sido un año malo para mí. Ha sido duro, pero no malo. He tenido mucha suerte, he tenido mucho mucho miedo, he estado muy ilusionada, he estado muy muy triste (mucho. Mucho...mucho. Lo suficiente para no reconocerme). He querido mucho (MUCHÍSIMO), y me han querido también. 

Al 2021 solo le pido salud y vida para todos los míos... e ilusión. Y mucho amor, de todos los tipos posibles, pero especialmente de uno. 

 Del resto ya me encargo yo. 

jueves, 19 de noviembre de 2020

Doble izquierdo..

 Vamos a jugar a un juego: yo voy a hacer mi vida. Iré a boxeo (por fin), trabajaré mucho y seguiré ascendiendo, encontraré una librería de cabecera en P., iré a la biblioteca y a la Filmoteca, pasearé tranquila y me gastaré una pasta gansa en Mango. Beberé cerveza con amigos, haré pizza en casa, colorearé el póster gigante de Madrid que colgaré en algún sitio de casa. 

Haré todo eso como si no te buscara con el rabillo del ojo. Como si no pensara en cuándo llegas. Haré mi vida y seré feliz y tal vez un día lo sea tanto que de verdad, como dice Silvio, ya no te espere. 

Y cuando me encuentres, justo entonces, verás todo lo que soy y todo lo que he hecho (y qué piernas duras voy a tener...) y querrás quedarte un rato. Sin pensartelo mucho, porque tú también habrás estado haciendo tus cosas y sabrás bien distinguirme entre un millón. Y todo el tiempo de antes tendrá sentido.  Y tal vez me decida a tener críos y tal vez mandemos a la mierda está ciudad y nos vayamos al mar. Tal vez. 

Pero mientras, voy a hacerme yo. Como llevo haciendo un rato, pero ahora mejor. 

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Encontré tu mensaje en el foro sabiendo que en ese hilo ibas a estar. Efectivamente, no tardé mucho en toparme contigo. Y había olvidado aquel libro, y aquella firma y aquel regalo de tu 31 cumpleaños. Recuerdo cuándo te lo di. Recuerdo tu cara. Recuerdo verte llorar. 

No viste las horas de cola, ni mis apuntes en el bolso, ni el madrugón de aquel día ni las semanas buscando dónde y cuándo sería la última firma y que F. no muriera justo en ese momento en el que yo decidí que iba a ser tu regalo. De hecho lo vi tan claro que empecé a pensar planes b por si todo salía mal y no conseguía firmarlo por la vida tradicional. Pero no hizo falta: ni él se murió y solo me hicieron falta dos intentos para conseguirlo.  

Recuerdo mentirte hablando contigo para que no supieras dónde estaba. Recuerdo comer con Tripi aquel día y a él dejarme a las 3 horas de cola diciendo "hay que ver lo que se hace por amor". Recuerdo mi ilusión por dártelo y lo poco que se me hacía a la vez aquello. 

No lo recordé hasta hoy, que me vino todo de golpe en la mesa de un despacho al que no hubiera podido volar sin ti y, paradójicamente, sin tu ausencia. Como dije, todas las maletas y las sábanas, y las preguntas (cada vez más), fueron por ti. 

Y en el fondo quiero escribirlo, pero también me hace daño porque empiezo a sospechar que intente meter tu fantasma debajo de una alfombra y de vez en cuando viene a visitarme, pero intento no dejarle hueco, porque veo que tú tampoco me lo dejas a mí. Y tal vez sea mejor verlo. 

Pero qué difícil, eh. Qué difícil. 

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Y dicho esto, me voy a celebrar a mí, antes de boxeo, con mis langostinos y mi vino blanco y mi salmón y mi aguacate. Y esta casa preciosa y este confinamiento por dentro y por fuera, pero que será útil y será bueno.

Será útil y será bueno. 

domingo, 16 de agosto de 2020

16 de agosto de 2020.

 Estás muerto y no porque no respiras, sino porque hace años que tu boca no pronuncia mi nombre, y mis ojos no te ven y no sé nada de tu vida ni tú de la mía. Y está todo bien. No creo que me gustara verte. 

Entré con una excavadora en tu recuerdo y me lo arranqué entero. Y rellené los huecos con una vida nueva en la que, sinceramente, no me ha ido nada mal (hoy hace un año que llegué a T. Ríete tú del destino). No hablabade ti. No escribía de ti. Por si tu fantasma se me sentaba al lado y ya no podía echarlo. 

No te echo de menos a ti, creo. Por lo que lo recuerdo de ti no es ni la sombra de lo que fuiste. Echo de menos aquella manera mia de quererte (de la.tuya no me puedo fiar, entiéndeme) sabiendo que eras el principio y el finnde todo. Aquella forma de poner mi vida en tus manos ,pero quieriendola hacer a medias y no solo encajandome en la tuya (menos mal que ahí no me perdí...). Cómo me dabas paz y eras refugio. Cómo me reconstruí contigo. O tal vez cómo me hiciste nueva. 

Al poco tiempo de irte tuve que ir al hospital porque un dolor en el costado no me dejaba comer ni respirar.  Mil pruebas, análisis, cara de susto en los médicos y en mis padres. Nadie sabía qué era. Me drogaron y por fin dormí de seguido en aquella butaca después de días y el dolor cesó. 

Y desde entonces me he esforzado mucho en echarte, en no pensarte, en no mencionar tu nombre. En no buscar nada tuyo, en despojar a las cosas que me diste de su origen. Pero a veces, ya ves, vuelves a aparecer. 

No me asusta que me rompan el corazón. Me asusta no volver a sentirme así de segura con nadie nunca más. Y tal vez aquello también fuera mentira y la única seguridad que había allí fuera la mía en ti, pero de verdad que pensaba que ibas a ser tú. Y esa es de las únicas frases que recuerdo de nuestra última conversación. Y sé que no eres tú, pero si no eres tú, no sé ni quién ni cómo va a ser.  Y eso sí que me asusta, porque no me imagino cómo vuelve a pasar aquello. Me sigue pareciendo increíble. 

Y no me entiendas mal, me pilla el día con el corazón a medio reparar y un poco melancólica pero esto que no he contado a nadie tenía que sacarlo. 

Ojalá de verdad no seas tú y lo entienda todo como cuando apareció G. o como cuando apareciste tú. Supongo que querer a alguien es eso, que te explique todo lo anterior con su sola aparición. Me espera un cambio de vida en breve (espero), tal vez la explicación esté cerca. 

Y ahora volveré a cerrar esto con llave y no volveré a mencionarlo, no sea que me acostumbre a tu fantasma. Y aquí no ha pasado nada.