viernes, 5 de abril de 2013

No te olvides.
Recuerda que a veces una retirada a tiempo es una victoria.

Ruidos.

La vida te pone señales en el camino. A veces no las ves, porque, joder, tampoco te las va a poner siempre que tú las pides...pero terminan saliendo.
Esa contestación a destiempo. Esa sonrisa inesperada. Ese libro que no ibas a leerte. Esa canción que te dice alguien. Ese bus que pierdes. Ese plan B.
Y esas piedras, como las que hay en los jardines, grandes pedruscos alfombrando el camino, te guian, para que no te pierdas.
Y todo, todo, en un momento dado, termina adquiriendo un sentido.
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"El chico de los ruidos", que es uno de esos ángeles que a mi me puso la vida en mi camino, ha publicado una sesión de música hoy. Esta noche.
Cuando parecía que todo se tambaleaba, cuando he borrado al niño burbuja de Facebook. Aparece él con 57 minutos de música.
Y bueno, no lo tengo cerca, pero me haré a la idea de que estamos en aquel bar sin sillas, con cachimbas y te/mojitos.
Y estaré un poco más cerca. Y un poco menos sola. Vaciando el cerebro.

Todos los hombres de mi vida.

A veces escribes porque parece que alguien te dice algo, una frase, al oído, y tiras del hilo a ver qué sale. Da igual que sea cierto o no. Tú tiras. Por si merece la pena. Por si alguien te lee. 
Otras veces escribes con un agujero en el pecho. Del tamaño de un cañón. Agujero de bala de cañón. 
Entonces no "escribes" conscientemente. te dejas llevar. 
Y arcada y lágrima, arcada y lágrima, terminas vomitando. Vomitando aire. Vomitando aire gris. 
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A G. Porque casi nunca me atrevo a escribirle nada. 

Él llegó de pronto, y se quedó, sin querer. Y no trajo violines, ni rosas (bueno, solo una, amarilla, una tarde de no sé cuándo. Él pasó mucha vergüenza llevándola), solo trajo queriendo y consciente una flor de hilo el día después del primer día. 
Con él parece que siempre ha habido fuego: fuego porque casi se incendia el colegio en nuestro primer beso. Fuego porque había tormentas muchas noches, con ventanas abiertas, y relámpagos cruzaban los cielos naranjas de Madrid. Fuego porque a veces le quería tanto que me dolían las yemas de los dedos.  Fuego porque volvió de Venecia y yo me di permiso para ser cursi y llené toda la habitación de velas. 
Y él fue todas las primeras veces, también sin querer. Sin hacer fuerza, sin preparar nada. Todo fue pasando. 
Y con él descubrí lo que es que te conozcan sin hablar, y cuando mientes. Y que te quieran aunque estés loca y aunque no te entiendan, y que te lo digan riéndose, como si diciéndotelo te devolvieran a ti la pelota de lo que suponía su inutilidad (la de él). Él me lo dice así, "te quiero, aunque no te entienda", y yo, que creía que la culpa era suya, que todo estaba claro y que no me entendía por algún tipo de dificultad por su parte, resulta que te enseña que la dificultad es la tuya. Y que es verdad. Que tu madre tenía razón. Que no hay quien te aguante. 

Y él viene y aunque no me cuenta cuentos cuando no puedo dormir, nunca me deja irme a la cama enfadada. Y me hace reír cuando lloro. Y cuando no lloro, sobre todo, es cuando más me hace reír. 
Y él llega y te abraza, sabiendo que no sabe casi nada, pero que lo que sabe, es suficiente. 
Y él no te quita fantasmas, de hecho a veces los hace más grandes, pero siempre termina metiéndolos a golpes en un cajón donde no molesten...por una temporada. 

Y él viene. Como si nunca hubiera dejado de caminar para encontrarte. 
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Esta tarde bajé a pegar balonazos a una canasta. Yo sola, como buena hija única. Cuando me escocían los dedos, aburrida, con la música alta, me preparaba para irme. 
Y entra en la cancha, salido de ningún sitio, mi padre. 
Mi padre, con su bufanda de rayas, y su jersey, y sus vaqueros de padre, y sus náuticos. 
Y como cuando tenía 7 años, cogió el balón y empezamos a jugar. A reirnos. Y yo a decir burradas como el hijo que nunca tuvo (y al que no creo que haya echado mucho en falta).
Y recordé, cuando él dijo que nos fuéramos, cuando de pequeña, jugando a fútbol, me decía que debíamos subir, y yo le contestaba que no habían salido las estrellas. Que en cuanto salieran, nos iríamos. 
No lo dije en alto. Sólo pronuncié "5 minutos". 
Pero quise que esos 5 minutos de margen, de cancha, duraran mucho mucho mucho. Y que a mi padre no le salieran más arrugas, ni le dolieran más las rodillas, ni yo cumpliera 27 la próxima primavera. 
Pero creo que eso, como jugar hasta que salieran todas las estrellas, iba a ser difícil.

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A mi Madrid me ha hecho muchas putadas (a pesar de lo mucho que la amo): Me ha echado con cajas destempladas. Me ha dado resacas insufribles. ME ha presentado a gente indeseable. Me ha perdido mil veces por sus calles a deshoras, me ha tirado al suelo, me ha hecho moratones. Me ha hecho perder dinero a espuertas entre cervezas, autobuses y millones de cosas más. Y seguro que me ha robado años de vida con la contaminación. 
Y aún así, daría.....no sé....lo que fuera, por vivir allí. 
PERO Palencia..........Palencia es la ciudad más insufrible, agobiante, fea y desagradable en la que he tenido el tormento de vivir. 
Odio esta ciudad. 
Odio a la gente que vive aquí porque son raros, cerrados de mente y de carácter y en casos particulares con nombres y apellidos, raros,inmaduros y bipolares (menos una o dos personas, cada vez menos. Y los sustos que me dan) pero me he dado cuenta de una cosa gracias a esto: que puedo vivir donde sea. DONDE SEA. 
Porque no creo que haya nada peor que esto. 
Porque si salimos de ésta, TE JURO que no haré ni un gesto de emoción.  (sí, Love of Lesbian)
http://www.youtube.com/watch?v=daIYMx3vPJw

Y porque lo que más me gusta de mi maldito-bendito Madrid, es pasear, con la luna enorme, gigante, cuando no hay nadie por las calles, haciendo fotos por las esquinas.  (Sí, otra vez, Love of Lesbian)
http://www.youtube.com/watch?v=zG9qG-XMOlI

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Ay. Qué poco duele cuando duele poco.