domingo, 31 de marzo de 2019

Una de amor.

Perdona si soy patosa y no me entero. Si no capto las indirectas, si no sé traducir bien y te despisto.
El segundo abrazo. El beso en la mano. Lo de tu accidente. Lo de la radio. Lo de tu ex. Lo del mío. Tu casa.
No sé lo que es. No sé si no lo veo. No sé si en realidad, no hay nada que ver y esto nuestro ha sido así y siempre lo será. No sé si es falta de tiempo. Si es mi tendencia a la tensión sexual no resuelta y a los silencios a medias.
Eso sí, hay cosas claras.
Sé que me gusta reírme contigo y citar a Monty Phyton y que me digas con cara de espanto que el género masculino lleva siempre las de perder y que todo es un desastre. Y que sí, que vienes. Sin dudar.
Y no, no voy a pelearme por ti, pero me voy a quedar cerca, igual que haces tú. Aunque no recuerde tu cumple como tú siempre haces conmigo.
Y no, no estoy en otra liga: estoy en la misma liga de siempre. Y ojalá en esa liga de la que hablas haya muchos como tú.
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Estar a tu lado dos minutos mirándonos sin conocernos.
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No sé si fue por él, por aquel día de primavera en el que sobraba la cazadora, por el cielo azul, por la música en mis auriculares o por haberte visto y haberme reído TANTO y tan fuerte pero sentí que se me cargaban las pilas, que la vida empezaba de nuevo y que todo parecía como recién pintado. Y que lo que de verdad quiero ser es un soplo de aire. Un poco de sol. Y tener un hueco en tu casa también y que tú lo tengas en la mía para venir cuando lo necesites o incluso cuando solo te apetezca. Ser una vía de escape. Una tarde de sol en una terraza. Sólo eso. Ni más, ni menos.
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Yo os caso ahora que no sé si creo en el amor. Quiero decir, lamentablemente creo en él, pero no me gusta. Porque duele. Porque te expones a creer en cuentos y en mariposas y en promesas que, como dice, Ferreiro, no valen nada.
Yo os caso y os leo lo que escribí para mí, para él, para vosotros, con el corazón hecho pedazos y sin suelo bajo los pies.
No sé si será adecuado, lo que sí sé es que es verdad. Como todo lo que escribo.
Yo, que soy la única sin pareja en la boda, os caso. Yo que reniego del para toda la vida muy a pesar y a la luz de los acontecimientos, os caso.
Y a pesar de eso, a pesar de todo, vuestra confianza es una de las cosas que me hacen creer en el amor.
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Tal vez sea una señal para que me quede cerca y se me llene el corazón de luz y de aire limpio (y contaminado también), de dejar de buscar fuera lo que tengo dentro. De empezar a construir sobre los cimientos que ya sé que me hacen feliz (y además, tanto). ¿Te imaginas cómo sería? O tal vez ir un rato fuera y decidir volver a casa a pesar de todo, de los alquileres y los gastos, pero con ellos.