lunes, 10 de septiembre de 2012

Let it be.


Estos días pienso mucho en ti. Y hacía mucho que no me pasaba. El otro día hablé de ti con Pablo, cuando me dijo que odiaba el olor del tabaco. Yo le dije que yo también, pero, de pronto, recordé todo.

Y tu sombra me siguió hasta el sofá de casa (de mi casa) y se sentó a mi lado. Y me agarró la nariz hasta que dos lagrimones grandes saltaron hasta el pijama desde la punta de la nariz.

Es curioso cómo es esto de echar en falta. Y cómo somos los humanos cuando nos sentimos solos.

Eché la vista atrás y te recordé, agarrado a mi mano, como si no hubiera más asideros en el mundo, y como si, en la bruma gris que te envolvía, había un punto en el que tú y yo nos reconociéramos. En aquella sala blanca, con litografías cutres, que yo ya había visto en un sueño. Tú y yo estábamos, en un sofá, en un mundo aparte. Contigo sosteniéndome.

A veces me pregunto qué me dirías si me vieras. Si me escucharas.
Y no sé por qué. Pero ha tenido que ser ahora.

Y me alegro de que volvieras.
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Ahora estoy mejor. Me lo planteo como salir de una zona de confort (demasiado confortable, probablemente..). La vida era esto, decían.
 Y al fin y al cabo, puede que sea bueno. Como cuando U2 terminó la gira de Joshua Tree y tuvo que re-inventarse. Tengo esa frase en la cabeza, el "dream it all over again". Dando vueltas y vueltas (a pesar de la cuarentena a la que tengo sometido a mi amadísimo Bono por culpa de... bueno, no durará mucho, anyway).
Será parar un tiempo, y no creo que pierda demasiado (o no perderé lo que no sea imprescindible).

Hay cosas. No. Hay gente de la que quiero desprenderme. De la que pueda que necesite separarme.

Ya sé lo que es marcharme y eso me asusta, pero planteémoslo como una reflexión. Planteémonos Buenos Aires. O Madrid. O Londres.
Plantéemonos que con 25 años no se puede vivir como si se tuviera 40, agarrando cosas con los dientes por miedo a perder. Re-búscate y re-encuéntrate, a pesar del miedo. O gracias al miedo.
Vayamos a París a ver a Etes. Vengamos para enamorarte de nuevo de las luces, y del color del cielo. Y para ver acercarse las torres 20 minutos antes. Y aflojar la bufanda y pasear entre las hojas del Paseo del Prado cuando el sol de invierno es amarillo. Para enseñar a alguien lo que no aparece en las guías. Esa cafetería con las mejores vistas. El C1. El mirador de la A6.

Será bueno.
Será como un trampolín.
Será útil.
Será bueno.
Y seré feliz.




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