Te busco a ti y te espero a ti. A tu voz medio acatarrada, a tus marquitas en el moflete. A tu pelo perfectamente despeinado. A tu humor socarrón y a la manera de cantar tan grave.
A esa manera tan masculina de mirar como sopesando hasta antes de que empiece a hablar. A tus dientes afilados. A los dedos de pianista.
Y todo lo que pasa tiene sentido mientras tanto, porque las decepciones, los actos de valentía, los grandes errores, los entenderé mejor contigo al lado.
Y mientras tanto me haré mejor, para ti y para mí misma. Para que cuando me encuentres no tengas ninguna duda de que soy yo. Y todo aquello que nunca tuvo sentido con nadie será exactamente aquello que siempre habías añorado.
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