En aquel restaurante de mi primera cita o segunda después de un siglo, horrible, con mucho bullicio, el dueño del bar que vino al final me recordó a ti. El pelo rubio, las gafas, los ojos verdes. Para mí fue como una señal a destiempo. Qué haces aquí pensé. Porqué viene tu recuerdo ahora con este chico al otro lado de la mesa a importunarme y a hacer que te recuerde y que me de cuenta de todo lo que tú tienes y que les falta a los demás.
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