Te echo de menos pero sé que no debo hablar contigo. Hay cosas tuyas que no me cuadran, mirarte de frente en el restaurante, tu voz a veces. El lunar al lado de la nariz. Tu altura, los dientes desparejados. El pelo fosco.
Y luego, te miro por el otro lado en ese bar y menrecomiendas gominolas, con el cuello en el respaldo del sofá y tú colocas tu mano en mi pierna. Me haces reír. Me cuidas. Me escuchas. Me cuentas toda la verdad de todo. Piensas como yo y tienes los mismos principios. Me gusta tu trabajo, tu casa, tu forma de actuar. Tu sinceridad con el mundo. Aquel beso en el dorso de la mano.
Me gusta que eres valiente y te embarcas, desde antes de salir, en la aventura.
Que solucionas los problemas sin agachar la cabeza ni evitarlos, y pides perdón si es necesario. Me gusta que eres un moñas y citas pelis de ghost y auqnue yo lo deteste tú adoras los planes de sofá, manta y diario de Noa.
No me gusta tu excesiva gravedad, auqnue sí cómo entiendes y respetas. Y no debería juzgar desde el agobio logístico actual, sino en un plano distinto. Tú decides tú sobre tu vida.
Creo que tengo que dejar que se enfríe. Pensar lejos. Te recordaré en la escalera, mirándome sonriendo. Y decidiré.
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