sábado, 6 de octubre de 2012

Pues ahora que lo dices....

Tengo un pijama de Mafalda, para cuando estoy enfadada con el mundo. Es el más cómodo y el que más me gusta. La camiseta (porque es de los modernos...) es roja, con una Mafalda gigante que escribe, afanosa, sacando la lengua. Y el pantalón está lleno de Mafaldas con el tamaño de la palma de mi mano. Una se levanta el vestido y se mira el ombligo, otra mira extrañada una bola del mundo. Otra escribe. 

Tengo un par de pijamas de la misma tela que los forros polares. Uno de ellos sospecho que es anti-balas porque es gordísimo. Los compré para mi (todavía) casa de Madrid, porque hace muchísimo frío  y ni el nórdico me ayudaba a entrar en calor. Uno de ellos es azul con gatos. El otro es rosa con corazones. El anti-balas tiene un oso polar. 

También tengo un camisón granate que marcó mi adolescencia. Y camisetas de chico convertidas en ropa de dormir. Y camisones de niña buena, con lazos de raso y tela blanca con topitos rosas. 

Llegados a este punto, lo que yo quería decirte es que me gustaría que los conocieses todos, y que, después de que los vieras, puestos y quitados, decidiéramos, por unanimidad de dos, que lo mejor que me sienta a la hora de dormir es




dormir 

contigo. 




  Les presento mi foto favorita. Gerda Taro durmiendo. Por Robert Capa. El hombre capaz de retratar lo peor de las peores guerras de la Humanidad también es capaz de recoger en una sola fotografía aparentemente insulsa y  probablemente mejor que nadie, (el beso de Doisneau era mentira) lo que es amar a alguien. 

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